Festival
Festival de Jerez
Lugar
Info
Con Jerarquía
Una obra de José Valencia
En el mundo del flamenco, por tratarse de una cultura de naturaleza tradicional, sustentada a través del tiempo por la reiteración de unos mecanismos de transmisión esencialmente orales, bien podría darse por buena la afirmación de que, en muchas ocasiones “el futuro está en el
pasado”. No habremos de deducir de ello que en el flamenco, -en ningún momento de su historia y menos aún en nuestro tiempo-, aniden renuncias inquebrantables a asumir los retos que los cambios sociales y culturales le hayan ido planteando. Por el contrario, está más que demostrada su admirable capacidad para afrontarlos y para superarlos mediante fórmulas creativas acordes con el respeto debido a las fuentes originarias de donde todo mana. En ello reside, sin duda, la actual fortaleza del flamenco, la relevante dimensión que ha alcanzado hasta convertirse en una expresión artística reconocida y admirada en todo el mundo, sin por ello haber dejado nunca de proclamar su inequívoca genética popular y andaluza. “Renovarse sin dejar de ser él mismo” ha sido la clave que ha permitido la perseverante vitalidad de este arte, sabiendo buscar caminos nuevos sin olvidar jamás a quienes con sus aportaciones y sus creaciones habían ido construyendo el maravilloso legado musical y artístico, -cante, baile y toque-, del flamenco actual.
Por tal motivo, conocer bien esos orígenes y dominar sus claves internas se convierten en un requisito indispensable para dar pasos en el buen camino de la creatividad flamenca. Y ello, entendido en un doble sentido: uno más general, según el cual un artista flamenco, -cantaor, bailaor
o tocaor-, debe saber enmarcar lo que hace en los parámetros globales de esta cultura musical que es el flamenco. En tales casos, incluso alguien que proceda del exterior de su territorio geográfico y cultural podrá hacerlo y buenos casos hay de ello en la historia del flamenco. Pero, por otra parte, existen artistas flamencos nacidos, -como si fuesen productos de fuerzas orgánicas o naturales-, en el corazón del espacio flamenco andaluz que, aún sin saberlo, crecen, viven, aprenden y crean bajo el influjo de viejas herencias que se han quedado latentes en el propio aire que respiran. Sus formas cantaoras los retienen siempre, en mayor o menor grado, y llega un momento en que, cuando son conscientes de esa condición, han de asumir el deber de integrar ese pasado, de respetarlo y de transmitirlo, para que la memoria de los artistas que fueron y de los que se procede sea capaz de vencer al olvido.
Tal es el caso de José Valencia Vargas, cantaor lebrijano, que ahora vuelve a traernos una muestra de su capacidad cantaora y de su creatividad en este “Jerarquía”, que ha nacido con ese admirable objetivo de rendir tributo a las propia raíces. La “Jerarquía” que, a través de esta nueva gavilla de cantes reclama José Valencia, no es la que señala ninguna clase de orden o privilegio, sino la que se inclina en señal de respeto ante los ecos reconocibles de su venerable herencia cantaora. De la mano de su tío, el excelente cantaor Manuel de Paula, han construido esta obra, llevados ambos por el lazo común de su pasado, en el que han buscado las claves para abrir nuevos caminos de futuro para que por él siga transitando la poderosa voz de José y su acreditado valor artístico.
José Valencia ha elegido para cantar en su “Jerarquía” letras nuevas salidas de la inspirada mano de Rafael Fernández Suárez, “el Nene” y con ellas ha tratado de ir abriendo las páginas de su árbol genealógico-cantaor que eleva a sus ramas más añejas hasta tío Juanichi el Manijero, que era tío de sus dos bisabuelos maternos, uno de los cuales, llamado Mantequero, era primo hermano de el Tati, que fuera el padre de tío Gregorio el Borrico, y de Perico el Tito, el padre de Diamante negro. Su segundo apellido, Vargas, le conecta, a través de su bisabuela Juana Vargas Soto, con tío José de Paula, de quien era prima hermana y su ya citado ascendiente Juanichi, por parte de su madre, alarga su pertenencia hasta el entorno familiar de los Funi. En tramos más cercanos de ese frondoso árbol están también sus parentescos con la brillante rama de los Sorderas y los Valencias, ésta última corporeizada en su tío Manuel de Paula, que es, como se ha dicho, director musical de este proyecto.
Escuchar los cantes que José Valencia desgrana en este “Jerarquía” será una práctica que se enriquecerá cuando, además de sentir la conmoción y el golpetazo emotivo que este cantaor siempre nos deja, seamos conscientes de que en cada giro de su voz, en cada esfuerzo, en cada grito, está aflorando también su alma agradecida y respetuosa, su homenaje devocional a quienes, sin que él lo supiera, le hicieron el gran artista que es, un eslabón brillante de la indestructible cadena del cante. Con esta obra, José Valencia enarbola y hace ondear en el aire sereno y azul de su Lebrija, su plena madurez de cantaor y sus constantes búsquedas en el insondable océano de sus herencias flamencas.
Juan Manuel SUÁREZ JAPÓN